Barcelona ha anunciado su intención de reducir a tres el número de cruceros que accede cada día al puerto de la ciudad. Se suma así a una tendencia iniciada por Palma de Mallorca, que en mayo se convirtió en el primer puerto de España en imponer ese límite. Pero, ¿se evita así la masificación de los destinos y se reduce el impacto medioambiental? Para algunos expertos, la medida no es desacertada, siempre que se tengan en cuenta una serie de factores.
Para la Plataforma contra los Megacruceros de Palma, la medida adoptada en esta ciudad es insuficiente y poco ambiciosa. De hecho, creen que debería limitarse a un solo barco.
También los comerciantes han mostrado su malestar con la medida, pero en el sentido contrario. Piden que se levante esta restricción, ya que está “demonizando a un medio de transporte que, ha quedado sobradamente demostrado, fomenta el turismo de calidad, es desestacionalizador y su gasto turístico es muy alto en nuestra comunidad”.
En el caso de la capital catalana, el presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, cree que limitar a tres los cruceros diarios “no es el modelo a seguir”. En su opinión, “lo más útil para regular la actividad de cruceros es limitar el número de terminales”.
Recuerda que los cruceristas suponen solo el 4% del turismo de la ciudad, y que la facturación de todo el sector en Cataluña es de unos 1.000 millones de euros, la mitad de ellos en Barcelona.
Por otro lado, según alguno de los expertos consultados, “hay que poner un cierto orden y gestionar mejor los pros y los contras”. Apoya la necesidad de gestionar mejor los cruceros y es consciente de que una medida de este tipo “casi siempre lleva a reducir un poco el volumen”, pero advierte que “no hay que hacerlo más de lo necesario y, sobre todo, no reducir el gasto más de lo imprescindible por no haber aplicado políticas más flexibles y más inteligentes”.
En este sentido, recuerda que en este negocio hay dos grandes líneas de actividad. Por un lado, los puertos base, que son muy importantes para los destinos porque los viajeros que se van a embarcar en un crucero llegan unos días antes o se quedan después del viaje, con lo cual realizan un gasto en los hoteles, los restaurantes y las tiendas de la ciudad. Y, además, hay un negocio logístico, ya que en las naves se cargan alimentos y otros productos y hay cambios de tripulaciones.
Los cruceros son un importante dinamizador del sector turístico en los destinos.
Defiende que los puertos base tiene un gran impacto económico en los destinos, lo que no sucede en los de escala. Por tanto, las fuentes consultadas consideran que, a la hora de recortar, sería más conveniente hacerlo por los cruceros que utilizan los puertos solo para sus escalas, “pero no recortemos en los que utilizan el puerto como base porque generan mucho dinero”, añade.
Reconoce que puede ser correcto tener tres cruceros al día, pero cree que no debe hacerse de una manera lineal. Es decir, no se trata de dar entrada a los tres primeros que lo soliciten, sino de priorizar factores como los barcos que tienen base en los puertos.
Asimismo, dar preferencia a aquellos que transporten pasajeros con mayor poder adquisitivo, ya que su gasto también va a ser más elevado en el destino. Explica, como ejemplo, que hay cruceros que suponen un coste de 700 euros a la semana para el pasajero, y hay otros en los que el desembolso se eleva a 6.000 euros, que son quienes tienen más posibilidades de gastar más también en tierra.
Otro criterio que plantea hacer referencia a los tiempos de escala. No es lo mismo una de seis horas que otra de 12 o 16 horas. En general, a mayor duración de la escala mayor gasto en tierra.
Crear precedente
Hasta 2026, en el puerto de Palma solo podrán coincidir tres cruceros al día, y de ellos solo uno podrá ser un megacrucero con más de 5.000 pasajeros, aunque hay una excepción y esta temporada de verano podrán arribar cuatro buques, según se ha establecido en el memorándum de intenciones suscrito entre el Govern balear y las navieras turísticas con el fin de hacer compatible el turismo con la protección cultural y medioambiental de la ciudad y la convivencia con los residentes.
El acuerdo suponía un precedente en el sector, tanto en España como entre los principales destinos del Mediterráneo -fue el segundo puerto, tras Dubrovnik, en tomar esta medida-, al regular por primera vez la llegada de grandes buques. Y ahora la medida empieza a tener seguimiento, como se aprecia en el anuncio de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
Pero la medida también ha generado incertidumbre en el sector. El nuevo presidente de la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (ACAVe), Jordi Martí, en declaraciones a EFE, ha tachado la propuesta de “electoralista” y ha puesto en valor la importancia de los cruceros para la ciudad y asegura que su limitación impactará en muchas actividades. Afirma que puede suponer una pérdida de turistas y afectar, de este modo, a las líneas aéreas e incluso llevar a la desaparición de alguna compañía de cruceros.
Asimismo, la patronal catalana Foment del Treball ha indicado en un comunicado que “la última ocurrencia de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, es querer limitar los cruceros en nuestro puerto porque generan polución y molestias a la ciudad”, y ha pedido a la regidora que deje de “utilizar políticamente” al sector.
Dicha entidad ha señalado que los turistas que llegan a la ciudad a través de un crucero suelen pernoctar varios días en la capital catalana. Además, al tratarse de un perfil de visitante con un alto poder adquisitivo, “genera una riqueza y un dinamismo para la economía de la ciudad y de su área metropolitana”.