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La guerra se coló en una tradicional comida en Washington en la que Joe Biden se burló de Donald Trump

WASHINGTON.– El salón principal del Hotel Hilton en Washington estaba colmado por unos 2600 invitados. Pero una persona ausente terminó por convertirse en el blanco principal de los dos discursos más importantes de la noche: Donald Trump.

“Las elecciones de 2024 están a toda marcha, y sí, la edad es un tema”, dijo el presidente Joe Biden a la multitud de periodistas, políticos, celebrities y ejecutivos vestidos de gala para celebrar a la prensa y la libertad de expresión. “Soy un hombre adulto que compite contra un niño de seis años”, lanzó Biden, en su primer dardo a Trump.

La guerra se coló en una tradicional comida en Washington en la que Joe Biden se burló de Donald Trump

“¿Podemos simplemente reconocer lo reconfortante que es –añadió más tarde el comediante Colin Jost– ver a un presidente de los Estados Unidos en un evento que no comienza con un oficial diciendo: ‘¡Todos de pie!’”, otro dardo a la procesión judicial de Trump.

Cada año, la elite política de Estados Unidos baja en procesión al Hotel Hilton de Washington vestida de gala –esmóquines, zapatos negros, vestidos largos, tacos– y camina por una alfombra roja distinta de las alfombras rojas tradicionales: la política se mezcla con la prensa –encargada de interpelar el poder– y los famosos para la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca, un evento que ha sido catalogado como “los Oscar de Washington”, o una “nerd prom”, una fiesta de nerds. Una noche donde el poder y la prensa dejan de lado las pujas del día a día, se mezclan con famosos, se tiran bromas mordaces y celebran la libertad de expresión y el rol del periodismo en democracia.

Este año, la cena quedó trastocada por la guerra en la Franja de Gaza entre Israel y Hamas. Las manifestaciones en contra de Israel y a favor de los palestinos, una constante desde el inicio del conflicto, llegaron hasta la puerta del evento, y varios invitados fueron hostigados por los protestantes al ingresar. “¡Vergüenza!”, era uno de los gritos. “¡Sangre en sus manos!”, fue otro canto, mezclado con el habitual reclamo a la liberación de los palestinos. Algunos manifestantes se tiraron al piso con chalecos con la frase “prensa” para recordar a los periodistas muertos en Gaza. Al finalizar, un enorme cartel a la salida del hotel decía: “El legado de Biden es el genocidio”, un ataque directo al presidente por su respaldo a Israel, cuya ofensiva en Gaza en respuesta al ataque terrorista de Hamas ha dejado más de 35.000 víctimas civiles, la mayoría de ellas, mujeres y niños.

Rito

El discurso del presidente, una seguidilla de bromas que deja la solemnidad de lado, es una rareza en la política global y un rito en Estados Unidos, que los mandatarios, salvo Trump durante sus cuatro años en la Casa Blanca, han cumplido desde 1924.

Biden se burló de Trump, pero también de su propia vejez, y despachó varias bromas contra la prensa, aunque se preocupó por remarcar que los periodistas no son “el enemigo del pueblo”, una etiqueta que Trump se cansó de repetir.

Tal como ha dicho otros años, Biden insistió en que el periodismo nunca ha sido tan importante como ahora.

Los temas espinosos, ausentes

El mensaje presidencial fue corto y, como era de esperar, evitó los temas más espinosos del contexto global o su presidencia, y fue abundante en ataques a Trump. Biden también reclamó, una vez más, la liberación del periodista del periódico The Wall Street Journal Evan Gershkovich, corresponsal en Moscú en prisión desde hace más de un año. El Journal repartió entre los invitados botones con el mensaje: “Yo estoy con Evan”. Biden, sin embargo, no habló tampoco de manera directa de los periodistas que han muerto cubriendo la guerra en Gaza.

Pero el silencio sobre Gaza y las protestas fuera del hotel dejaron al descubierto la incomodidad del poder político para encauzar y abordar un conflicto que se salió de cauce hace meses, y que representa, para Biden, un problema político. Muchos de los jóvenes que se manifiestan lo votaron hace cuatro años, pero quizá no vuelvan a hacerlo en noviembre por su respaldo a Israel, que ha quedado más aislado, cubierto de críticas y acusaciones por su ofensiva en Gaza.

A la hora de los dardos, Biden prefirió concentrarse en Trump. Y le devolvió a Trump el apodo que le puso hace tiempo, “sleepy”, o “somnoliento”, al llamarlo “somnoliento Don” por los reportes acerca de que se quedó dormido en el tribunal en Nueva York donde se lleva adelante el juicio por malversación de fondos con los pagos a la actriz porno Stormy Daniels.

Jost también cargó contra Trump y dedicó un par de dardos suaves para Biden. Le dijo que le recordaba a su abuelo, y destacó su “decencia”. Y hasta cuando le tocó bromear sobre su edad –un tema de preocupación recurrente en la mente de los votantes, que aparece como una de las principales debilidades de Biden–, Jost tuvo la bondad de recurrir a una figura política aún más vieja que Biden: Jimmy Carter.

Un manifestante con pintura roja en la mano y la cara es visto detrás de una barricada policial durante una protesta pro-palestina por la guerra entre Israel y Hamas en la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, el sábado 27 de abril de 2024, en Washington.

No estoy diciendo que ambos candidatos sean viejos, pero saben que Jimmy Carter está pensando: ‘Tal vez podría ganar esto’”, lanzó Jost. Fue una de las bromas más celebradas por la audiencia, y también por el propio Biden.

By magazineturisticodigital.com.ar

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