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Qué es la mitocondria, fundamental para no enfermarse

El especialista en nutrición, fitoterapia y medicina alternativa, Sacha Barrio Healey, está de visita en el país para presentar su libro en la Feria Internacional del Libro (hoy a las 18.30) y compartir sus enseñanzas sobre cómo optimizar la energía del organismo y sanar. El investigador, autor de Generando voltaje en la salud humana, asegura que el cuerpo humano es una máquina cargada de voltaje que tiene la capacidad de autocurarse. Sin embargo, las personas no son conscientes del mecanismo por el cual se genera esa energía y cómo potenciarla.

Nacido en París en 1967, Barrio Healey realizó sus estudios en Inglaterra, Venezuela y Perú, se graduó en la licenciatura de Medicina Complementaria y realizó un posgrado en Medicina Herbolaria China. El eje del concepto que desarrolla se centra en el rol fundamental que tiene la mitocondria en la salud y por qué allí se encuentra el origen de múltiples patologías. La mitocondria es una organela dentro de la célula situada en el citoplasma, es decir, en el líquido que rodea al núcleo celular. Allí se produce la mayor parte de la energía y muchas enfermedades tienen su origen por cambios o mutaciones en el ADN de la mitocondria, que es distinto al del núcleo.

Qué es la mitocondria, fundamental para no enfermarse

“En medicina están los genetistas y los metabólicos, los dos debaten si es más importante el núcleo de la célula o este organelo que es la mitocondria. Esta viene evolutivamente de una bacteria que entró a la célula y empezó a hacer simbiosis y se quedó allí. En cada célula hay unas 3000 mitocondrias, algunas pueden llegar a tener 5000, que producen energía y protegen al genoma o material genético”, sostiene Barrio Healey.

Y aclara que la mayoría de las enfermedades a las que estamos expuestos como diabetes, cáncer, Alzheimer, Parkinson, las autoinmunes y virales, en realidad, derivan de un problema en la mitocondria.

“Se trata de un centro que produce mucha energía y mientras que el núcleo tiene un montón de protectores que le permiten arreglarse, la reparación de la mitocondria no es tan sencilla. Cuando algo falla, su capacidad de generar energía desciende y aparecen los problemas”, explica.

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La cura del árbol

Para el experto, toda persona puede y debe familiarizarse con el conocimiento sobre cómo la célula produce energía. Por un lado, sostiene que cuando se estudia a la mitocondria, uno se da cuenta de que opera allí un paradigma un poco diferente al de la medicina centralizada.

“En la medicina tradicional, alopática, naturista y ortomolecular el paradigma es químico, de manera que se estudia cómo un químico –natural o proveniente de un fármaco– actúa sobre un receptor. Pero la mitocondria es diferente porque las leyes que se estudian allí son físicas”, enfatiza. Y hay tres variables que influyen en los procesos físicos que se desatan en la mitocondria: la luz solar, el campo electromagnético al que está expuesta y el agua. Estos tres elementos promueven la producción de energía.

“Si uno observa a un árbol, este recibe luz, agua y todo el campo electromagnético de la tierra; es todo lo que necesita. Nosotros no somos diferentes, necesitamos luz, agua y campo electromagnético”, describe Barrio Healey. Pero sostiene que la vida moderna en las grandes ciudades hace que vivamos más expuestos a la luz y a campos electromagnéticos artificiales y que padezcamos un estado de deshidratación crónica. “A la mitocondria se le hace complicado operar normalmente en estas situaciones”, advierte.

El naturista aclara que en el pasado él mismo les preguntaba a sus pacientes qué desayunaban o qué almorzaban o cenaban, sin embargo, ahora las preguntas pasaron a ser: dónde viven, si en casa o en departamento; en qué piso, cuántas horas de luz natural reciben al día, cuántos días están bajo techo, cuántas horas duermen.

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Respecto a la importancia de la luz solar, aclara: “Erróneamente la gente cree que la melatonina se asocia al sueño, al dormir, pero, en realidad, está hecha para reparar a la mitocondria. Existen dos tipos de melatoninas: la pineal, que sí tiene que ver con el sueño, y otra subcutánea, que se genera cuando exponemos la piel al sol, representa el 95% de nuestra melatonina y tiene esta función regeneradora”, señala.

A su vez destaca que otra de las creencias equivocadas tiene que ver con pensar que el sol únicamente nos proporciona vitamina D, en cambio, asegura que la lista de beneficios es larguísima desde la mencionada melatonina subcutánea, óxido nítrico (importante para la salud vascular), sulfatación de colesterol (proporciona membranas celulares de mejor calidad), regulación del ritmo circadiano (balance del eje cortisol-melatonina) y producción de dopamina (antidepresivo), entre muchos otros más.

Vivir cerca de la tierra es otro de los aspectos que facilita la producción de energía en la mitocondria. “Lo llamo la cura del árbol. Uno tiene que pensar cuándo fue la última vez que estuvo descalzo, tomando sol, tocando la tierra y habiendo bebido un litro de agua. Porque si uno hace esto durante media hora empieza a darle al sistema las herramientas para que empiece a funcionar”, enfatiza.

El especialista en medicina natural también analiza la relación entre el cáncer y la falta de vitamina D. En ese sentido, asegura que atiende a muchos pacientes con cáncer y cuando mide su nivel de vitamina D está en la cuarta o quinta parte de lo que debería. “Esta medición es una manera indirecta de ver cuán eficiente es la producción de energía mitocondrial en la persona. Si los valores son bajos se puede desencadenar una enfermedad”, explica. Y detalla que si la mitocondria no produce energía, la célula se ahoga, se genera un estado de hipoxia crónica y la célula se inclina hacia una respiración anaeróbica, es decir, sin oxígeno, y ahí es cuando aparecen los tejidos pretumorales.

“Por ahí, si uno tiene un shock emocional de algún tipo, se cae el sistema inmunológico y aparece el problema, la enfermedad. Pero la cuestión aquí es que la persona tenía un tejido crónico con hipoxia previamente. Por eso la importancia de conocer el simple mecanismo para que la mitocondria produzca energía”, advierte.

Sin excusas

¿Qué pasa con la mitocondria cuando envejecemos? Sobre este tema, Barrio Healey explica que cuando nacemos todas las mitocondrias del organismo son iguales, del mismo tamaño, sanas, fuertes y se encuentran en un estado de homoplasmia. Sin embargo, a los 40, 50, 60 años se vuelven heterogéneas, es decir, no son todas iguales, lo que se denomina heteroplasmia. “Muchas de ellas se vuelven disfuncionales, estorban, entonces hay que removerlas del cuerpo. Así como cuando viene el otoño y un árbol se llena de hojas amarillas, estas deben caerse. Se activan, entonces, procesos regeneradores que producen nuevas mitocondrias vigorosas”, argumenta.

La heteroplasmia aumenta 10% cada década: a los 20 tenés 20% de heteroplasmia; a los 30 sube a un 30% y así sucesivamente, por eso explica que, más o menos, nuestra vida es de 100 años. “Pero lo que uno quiere es no llegar al 10% de heteroplasmia por década sino al 5% o 7%; uno quiere ralentizar los procesos de mutación de la mitocondria entonces tenés que sacar las que están débiles en un proceso que se llama mitofagia”, señala.

Para eliminarlas existen distintos métodos, uno de los que destaca tiene que ver con quitarle la fuente de energía a las mitocondrias débiles, por ejemplo, a través del ayuno intermitente. “Uno puede hacer deporte por la mañana en ayunas, entonces las mitocondrias débiles, con niveles mínimos de hipoxia perecen. Esto hay que alternarlo, de manera que también puedan regenerarse, por eso luego del ayuno y deporte hay que alimentarse bien y descansar”, aclara.

Se suman los polifenoles, como la quercetina, el resveratrol, la curcumina o ácido élagico, que ayudan a una autofagia más activa. Pueden tomarse de los alimentos o se consiguen en extractos que deben ingerirse en las horas de ayuno. “Y obviamente dormir unas ocho horas diarias y exponerse a la luz del sol son mecanismos para poder regenerar nuevas mitocondrias y no ser víctima de esta heteroplasmia”, agrega.

En relación a la alimentación, aclara que no es bueno para el organismo comer a cada rato y que es importante hacer un ayuno de, por lo menos, 16 horas para que el estómago descanse. Luego es bueno alimentarse dentro de una ventana de 8 a 6 horas en donde se pueden hacer entre 3 y 5 comidas. “De lo contrario, el estómago está todo el día trabajando”, dice. Y detalla que la calidad de los alimentos también influye.

Para eliminarlas existen distintos métodos, uno de los que se destacan tiene que ver con quitarle la fuente de energía a las mitocondrias débiles, por ejemplo, a través del ayuno intermitente.

“En la mitocondria, la mayoría de las enfermedades tienen un problema crónico que le antecede, que es el estrés oxidativo; y a este le antecede otro problema, que es el estrés reductivo. Hay que tener en cuenta que la mayoría de la gente no sabe para qué comemos y para qué respiramos. Cuando comemos le sacamos electrones a la comida, hacemos una cadena de transporte de electrones, que se da en la mitocondria y respiramos para que al final de esa cadena haya un receptor que acepte esos electrones que es el oxígeno”, explica. Y destaca que, ese camino se compone de cinco complejos proteicos, pero cuando no pasan por ahí se produce la oxidación.

“Por ejemplo, si uno combina mucho carbohidrato con mucha grasa no obtiene un buen carburante. Esto produce un estrés reductivo, que hace que los electrones se agiten y se alteren y en vez de ir por la cadena de transporte saltan al oxígeno lo que origina un superóxido que resulta altamente corrosivo y produce daño”, aclara. Simplemente, se puede comer más grasa y 5% de carbohidratos o al revés, mucho carbohidrato y 5% a 10% como máximo de grasa. En cuanto al consumo de proteína, sostiene que no debemos excedernos, se recomienda un gramo de proteína por kilo de peso.

Por otro lado, advierte que mucha gente se preocupa porque hay metales como plomo, mercurio y glifosato en los alimentos, “pero si la energía celular es buena y la producción de energía está optimizada, la célula se desintoxica sola. No hay que obsesionarse con el detox sino con el redox, que es aumentar la energía. Mientras más bajo esté el nivel de energía la célula se va a ir intoxicando, se va llenando de metales porque no los puede eliminar. En cambio, si solo eliminas los metales, pero no aumentas la energía celular no tiene ningún propósito. El detox y el redox tienen que ir de la mano”, dice.

Por último reconoce: “La naturaleza es la que manda, por eso siempre recuerdo el dicho: Dios perdona; el hombre, a veces; la naturaleza, jamás”, finaliza.

By magazineturisticodigital.com.ar

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