Sun. Dec 22nd, 2024

La recuperación de nuestros varietales tintos olvidados, o infravalorados, cuando no menospreciados, sigue imparable bajo el impulso de la renovación tecnológica, el avance de la viticultura científica, y la excelente formación profesional de los enólogos españoles. Ocurrió con la garnacha, la monastrell o la mencía, cuya calidad hoy es indiscutible. La última ha sido la variedad leonesa prieto picudo, uva autóctona que enseñoreaba hace cien años las tierras de León y Zamora, llegando a ocupar más del 80% del viñedo antes de la llegada de la filoxera. Luego vino el abandono, la desidia, el enclaustramiento dentro de la elaboración de graneles. El resultado es que en 2023, según un informe sobre el potencial de producción vitícola en España, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, hay 2.813 hectáreas de prieto picudo plantadas en León, prácticamente en su totalidad.

La mayoría de uva, llamada prieto picudo por sus racimos compactos y bayas algo elípticas, se dedican a la elaboración de rosados y claretes con aguja (carbónico) natural obtenida mediante la técnica ancestral del madreo (añadir racimos enteros al mosto durante la fermentación). Sin menospreciar su popular tipicidad, lo cierto es que impidieron que la calidad de la variedad prieto picudo quedara oculta. Al mismo tiempo se perdió su tradicional cultivo rastrero, en vaso, lo que la hundió en el marasmo de la mediocridad. Y, aunque en los años 70 hubo un vino, Don Suero, que ya anunciaba un futuro mejor, sólo ahora algunas esforzadas bodegas han conseguido rescatar a la singular prieto picudo de su letargo.

Lo cierto es que su potencial enológico es digno de mejores destinos. Es una uva resistente a la sequía, un dato cada vez más determinante, con abundante materia colorante, dotada de una acidez elevada y concentración, que pide altura de cultivo para desprenderse de cierta rusticidad. Tiene el hándicap, cada vez menos significativo, de su escasa productividad, y las dificultades de su cultivo al ser una cepa de porte rastrero lo que supone un duro trabajo en viña que encarece sus vinos frente a otras variedades tintas como la tempranillo y la mencía. La mejor forma de compensarlo es subiendo la calidad, algo que ya es cada vez más habitual como demuestran estos seis tintos potentes, aromáticos, muy frutales. Y, sin duda, singulares.

LOS ARROTOS DEL PENDÓN 2019

CUMAL 2018

TRIDENTE PRIETO PICUDO 2020

PRIETO PICUDO VIEJO 2020

GOLÁN 2015

PARDEVALLES GAMONAL 2022

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