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El Gobierno presentará este martes en el Consejo de Ministros su nuevo cuadro macroeconómico. En estas proyecciones se subirá la previsión de crecimiento para este año en cuatro décimas, desde el 2% hasta el 2,4%, y la del próximo en tres, del 1,9% al 2,2%. Para el final de la legislatura, la deuda habrá bajado del 100% del PIB, retornando a los niveles prepandemia, y el empleo superará los 22 millones de ocupados medidos a tiempo completo, creando más de un millón de puestos de trabajo, como adelantó el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en una entrevista a EL PAÍS. Además, según fuentes conocedoras, durante todo el horizonte estimado hasta 2027, la tasa de avance del PIB estará en el entorno del 2%. Y el Gobierno va a elevar el crecimiento potencial de la economía. En los últimos años, este se ha situado en tasas entre el 1,2% y el 1,4%, según calculan instituciones como el Banco de España, la Autoridad Fiscal o la Comisión Europea. Pero recientemente el FMI ha mejorado esta estimación hasta el 1,6% en su último análisis sobre la economía española, el llamado artículo cuatro. Así que el Ejecutivo podrá ceñirse a los números del Fondo para subir significativamente el crecimiento tendencial y, por lo tanto, mejorar la sostenibilidad de la deuda pública en el plan fiscal que presentará en septiembre.

Este plan fiscal, que se elaborará a cuatro años, recogerá unos crecimientos de la economía más elevados de los que calcula la Comisión Europea. Y tendrá unos techos al crecimiento del gasto más altos de los que le ha recomendado Bruselas para cumplir con las nuevas reglas fiscales. Este nuevo marco de disciplina presupuestaria se basa en poner una senda de límites anuales al crecimiento del gasto sin intereses y una vez sustraídas las subidas de impuestos. Para estimar a qué ritmo pueden crecer los desembolsos se calcula cuánto hace falta para dejar el endeudamiento público en una trayectoria descendente con una probabilidad elevada en un plazo de 17 años. Y dado que la deuda se mide en relación al PIB, si este crece más, el endeudamiento se vuelve más sostenible. De esta forma, en septiembre el Gobierno podrá presentar una senda de consolidación de las cuentas más suavizada, con unos límites al crecimiento del gasto algo menos exigentes que los que plantea la Comisión, cuyas cifras no se han publicado y solo las conoce el Ejecutivo español.

El crecimiento potencial de la economía se define como aquel al que tenderá sin que se produzcan tensiones inflacionistas o burbujas. Y una economía básicamente crece por tres factores: o hay más trabajadores, o más capital o más productividad. El envejecimiento de la población y el agotamiento de los beneficios que se obtenían por incorporar a las mujeres al mercado laboral ha hecho que se vaya hundiendo el crecimiento potencial estimado frente a las tasas del 2% que se calculaban antes de la crisis financiera. Pero el Gobierno va a argumentar que la resistencia exhibida en los últimos años frente a una sucesión de shocks justifica un crecimiento tendencial más alto.

El principal factor que puede esgrimir el Ejecutivo es la recuperación de los flujos migratorios. Desde 2019 ha llegado cerca de un millón y medio de inmigrantes. Y el año pasado la mitad del empleo creado se cubrió con no residentes. Esta es una ventaja de España basada en la capacidad de atraer y asimilar foráneos, sobre todo de Latinoamérica.

Otro elemento importante es el buen comportamiento del mercado laboral. El Gobierno espera llevar en algún momento la tasa de paro hasta el 8%, una cifra que considera pleno empleo pese a que todavía sea muy elevada en el contexto europeo. Y prevé que con la reforma laboral y el incremento del empleo a tiempo completo, aunque una parte sea por el contrato fijo discontinuo, se elevará la estabilidad y, por lo tanto, se invertirá más en los trabajadores y se mejorará la formación y la productividad. El impulso de la FP dual también debería reforzar la formación. Otro factor positivo que destaca el Ejecutivo para mejorar la productividad es el aumento del empleo en profesiones técnicas.

Los fondos europeos contribuirán con fuerza a mejorar la inversión este año y el siguiente pese a los retrasos. Y el Ejecutivo espera que además haya una recuperación de la inversión privada, facilitada por los créditos europeos. El aumento de la población, la resistencia mostrada frente a las subidas de tipos, las altas tasas de ahorro acumuladas y el descenso del endeudamiento de las familias permitirían dar un mayor recorrido al consumo.

La otra pata que puede justificar el repunte del PIB potencial es el buen comportamiento exhibido por el sector exterior, que acumula ya más de una década de superávits holgados, cuando estos no se habían registrado salvo en momentos puntuales de la historia reciente: durante tres años en los ochenta y dos en los noventa, tras devaluaciones de la peseta y periodos de contracción económica. Aunque a ritmos más lentos, el turismo seguirá creciendo en tanto que aumenten las clases medias en todo el mundo. El despliegue de las energías renovables está reduciendo la factura energética con el exterior, y el vigoroso aumento de las exportaciones de servicios empresariales, llevada de la mano de la internacionalización de las empresas españolas, también pone de manifiesto las ganancias en competitividad.

No obstante, estos argumentos también se enfrentan a retos sustanciales a medio plazo. Por un lado, a partir de la próxima década la llegada de inmigrantes servirá más para cubrir las jubilaciones del baby boom que para aumentar la población trabajadora. Y la productividad que arrojan los foráneos está siendo inferior al trabajar más en sectores como el turismo o la construcción. Aunque haya mejorado su formación, en el promedio la población extranjera está peor cualificada que la nacional. Esto complicaría una mejora del crecimiento potencial por el empleo y la productividad.

Por otro lado, los efectos no deseados del turismo también podrían provocar decisiones que ralenticen su expansión. El ahorro se está concentrando en las clases altas y jubilados, que tienen una menor propensión al consumo. Y por ahora las empresas están dedicando la elevada liquidez de la que disponen a reducir más su endeudamiento en lugar de aumentar la inversión. Además, el agujero presupuestario de las Administraciones pone más difícil mantener unos niveles altos de inversión pública. Todo ello podría hacer que a medio plazo se corra el riesgo de que no se cumplan las proyecciones de crecimiento del Gobierno y hagan falta esfuerzos mayores para sujetar las cuentas públicas y hacer sostenible el Estado del Bienestar en un contexto de envejecimiento acusado de la población. Según las previsiones de Bruselas, solo el gasto en pensiones va a subir desde el 13% del PIB registrado en la actualidad hasta el entorno del 17% en 2050. Este incremento de cuatro puntos de PIB es equivalente al 40% de la recaudación actual por IRPF y dejará escaso margen presupuestario. De ahí que en el medio y largo plazo sean tan importantes el crecimiento y la recaudación. Aunque se hayan alejado los escenarios de japonización, todavía hay riesgos por la evolución demográfica, sobre todo si en algún momento se presenta una recesión.

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