Mon. Dec 23rd, 2024
Carretería, la calle de Málaga que en 550 metros simboliza el cambio de la vivienda en España

La calle Carretería, en el centro histórico de Málaga, es el paradigma de los bienes y los males de la turistificación en España. La vieja vía ha pasado en pocos años de ser la “tribuna de los pobres”, en la que se reunía la clase obrera a ver las procesiones de Semana Santa, con drogas y prostitución por las noches, a convertirse en un símbolo de la transformación urbana de una ciudad volcada en la industria del turismo. En apenas 550 metros de calle hay al menos 300 viviendas vacacionales, la mayoría de corta estancia, donde pueden alojarse más de 1.200 turistas, según los datos de la Junta de Andalucía.

Esta calle, que una semana al año se llena de sillas en las aceras para ver las imágenes de Semana Santa, el resto de días se convierte en una procesión de maletas entre el barullo de voces inglesas, italianas o francesas. La vía ha cambiado y se ha encarecido. Se ha llenado de vida, pero expulsa al vecino tradicional. Málaga, de 586.384 habitantes, está inmersa en el mismo debate que las capitales europeas del turismo: si pisar el acelerador de una industria que atrajo a 14 millones de turistas a la provincia en 2023 (en la que la capital es, junto a Marbella o Torremolinos, la principal receptora impulsada por los cruceros) o levantar el pedal hacia la sostenibilidad para no gentrificar toda la ciudad. El debate, social y político, es cómo sostener la principal industria local, el turismo, sin expulsar a los malagueños de toda la vida que tienen que atenderlos.

El turista es esencial para la ciudad, pero ha tenido un gran coste para la vivienda, convertida en la principal preocupación de los ciudadanos, según la última Encuesta Social Malagueña, impulsada por la Universidad de Málaga. Sin embargo, el alcalde, Francisco de la Torre (PP), relativiza esta preocupación. “Si hay una buena movilidad, con un buen transporte público y con buenas carreteras, ese hecho de no vivir en Málaga tiene una importancia relativa”, dijo en una entrevista con Diario Sur, el pasado 20 de julio. Es la visión contraria a la que había expresado un día antes la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez (PSOE). “Si los malagueños no tienen un lugar en el que vivir, quién va a atender a esos turistas, ¿dónde se van a alojar los camareros que después nos sirven un vino y un espeto?”, dijo el pasado 19 de julio en el Encuentro SER Málaga.

Las visitas de extranjeros han encarecido todo en la zona de Carretería (en el barrio de la Goleta), ya que cada vez más inmobiliarias buscan comprar pisos que se promocionan con licencia turística para convertirlos en habitaciones para extranjeros. Málaga es la provincia española de mayor número de viviendas turísticas, con 41.038, según los datos del INE de febrero. En febrero de 2022 había 30.659, frente a 35.360 en 2023. También es la segunda provincia con mayor porcentaje de viviendas turísticas sobre el total del parque inmobiliario, con un 4,24%. Solo la supera Las Palmas de Gran Canaria, con un 4,55%.

Los vecinos de siempre de Carretería han experimentado el aumento del precio de los alquileres y el intenso movimiento de la calle, lo que ha llevado a muchos a abandonar sus casas. Actualmente, el precio medio del alquiler en el portal Idealista se sitúa en 14,5 euros el metro cuadrado en Málaga (un 113% más caro que hace 10 años), mientras que la media nacional es de 13,4 euros y la andaluza, 11,5 euros.

Hay un caso que nada a contracorriente en esta vía ahora peatonalizada. Los vecinos del número 61 ―un edificio con vistas a un resto de la muralla islámica de Málaga―, en su mayoría propietarios, se han organizado para prohibir la creación de habitaciones vacacionales. Los residentes de los 15 pisos del bloque se han resistido a irse. “No hay derecho que en una comunidad de vecinos haya pisos turísticos donde están manchando todo, emborrachándose y molestando. La gente que está buscando un piso para vivir no encuentra por culpa de esto”, asegura una de las vecinas, de 70 años.

La eclosión de nuevos alojamientos de vacaciones ha llevado al Ayuntamiento a endurecer la normativa, que limita las nuevas licencias a aquellos inmuebles que dispongan de una entrada independiente. “Reconocemos el papel que han tenido y tienen en la recuperación de ciertas zonas de la ciudad, pero no queremos que se pase de unos números que pueden ser muy altos”, reconoció el alcalde. La norma no afecta de manera retroactiva a las viviendas vacacionales ya existentes e inscritas en el registro de la Junta de Andalucía. El pasado 24 de julio el Ayuntamiento informó que, desde que se puso en marcha el decreto en la ciudad, ya habían rechazado 1.120 solicitudes de licencias y aprobado 200.

Entre las calles del centro de Málaga, Carretería se ha convertido en una de las más demandadas por los turistas. Un grupo de cuatro chicas y un chico llegados desde Alcoy (Valencia) con varias maletas y mochilas eligieron la capital malagueña para pasar cinco días de vacaciones. “Queríamos algo en el centro, pero que no fuera tan caro. Nos pareció bien la ubicación y el precio en esta calle”, cuenta Laura Pérez, de 20 años.

En la calle Gigantes, que desemboca en Carretería, la gestora de inversión inmobiliaria sueca Lagoom Living compró una parcela para la construcción de 57 viviendas de alquiler asequible. El CEO de la empresa, Javier Braza, explica que el proyecto cuenta con una colaboración público-privada con la UE y los fondos Next Generation. “El mercado de la vivienda en Málaga es de los más tensionados en España y pretendemos que conviva con el mercado de uso turístico”, afirma Braza. “El alojamiento turístico tiene que estar mejor regulado y esta construcción ayudará a combatir la gentrificación”.

De lo tradicional a lo moderno

Los comercios tradicionales también han desaparecido poco a poco y ya solo quedan nueve. Es el caso de la tienda de María del Mar Ortega, de 60 años, que vende trajes de flamenca desde 1929. Ella es la tercera generación que regenta el negocio y ha vivido de primera mano la evolución de la calle. Una obra para hacer la calle semipeatonal, que duró más de dos años, ha limitado el tráfico a los residentes, el transporte público y los vehículos de mercancías. “La calle está más bonita, pero la modificación ha hecho que no se pueda entrar, ni aparcar. Todo son impedimentos para el pequeño negocio y hacen que los clientes se vayan a las grandes superficies”, asegura Ortega.

Esta situación también la ha vivido Francisco Aguirre (64 años), que tiene una tienda de armas al inicio de la calle, justo al pie de la “tribuna de los pobres”. La Armería Aguirre lleva 140 años en la calle y su actual dueño es el bisnieto del fundador. “La clientela ha bajado, se están cargando los negocios del centro”, afirma. “Las ciudades no se pueden enfocar solo en el turismo. Es importante, pero no puedes abandonar a los tuyos (…) ya no hay ferreterías en el centro, hay que ir como 10 kilómetros fuera para encontrar una”.

Un ejemplo de abandono de la calle es el del bar Jamones, que abrió en 2017 y se trasladó en enero de 2024 a las afueras. Su dueño, Raúl Lozano, explica que uno de los principales motivos del cambio fue la semipeatonalización y que le subieron el alquiler del local. “En mi contrato aparecía que cuando terminara la obra el valor del alquiler subiría entre 400 y 500 euros”, detalla. También añade que la turistificación afectó mucho a su negocio: “Hay mucho movimiento turístico, pero realmente a muchos negocios no les da ningún beneficio. Es gente muy joven que alquila un apartamento, pasa el día en la playa, va al supermercado a comprar y por las noches sale de fiesta”.

Sin embargo, hay otros comercios que celebran el cambio. Antonio Navarro (Almería, 79 años) tiene una tienda de motos, bicicletas y recambios desde hace 60 años. “Hace mucho que aquí no hay jaleo. Antes había mucha prostitución y ahora esto se ha quitado”, afirma. En esto coincide con Annette López (Madrid), quien abrió un local de sándwiches estadounidenses el pasado septiembre. “Creo que es una hipocresía que los malagueños digan que no quieren a los turistas porque realmente viven de eso”, asegura. Aunque sí entiende que los ciudadanos locales se quejen de la alta subida en los precios de la vivienda.

Este cambio abrupto de la calle en menos de cinco años ha alterado por completo su día a día, para bien o para mal. Pero el caso de Carretería es particular. Su reforma ha implicado la llegada de más turistas de los que puede soportar la calle, pero también la ha librado del abandono y la ruina que la acechaba por la presencia de la prostitución o el tráfico de drogas de un lugar que, de no ser por ello, solo existiría para muchos malagueños una vez al año: la semana en que sus escaleras se convierten en tribuna gratuita para ver las procesiones de Semana Santa.

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