Las fuertes lluvias del miércoles y jueves pasado han hecho bajar por el río Ter, hasta su desembocadura en Torroella de Montgrí (Girona), residuos no naturales y miles de algas que han crecido en el río durante este verano, debido a la escasez del caudal de agua y las altas temperaturas, a menudo extremas. Estas algas, que al pudrirse desprenden muy mal olor, han llegado a las playas del municipio y el ayuntamiento, ante el puente de la Diada Nacional de Cataluña, ha tenido poner a limpiar durante una jornada prácticamente a la totalidad de la brigada municipal, veinte personas. Desde el Consistorio aseguran que este episodio evidencia la necesidad de que la Generalitat cumpla el compromiso de que el río Ter tenga un caudal mínimo ecológico y reclaman solidaridad para no tener que ser siempre quien asuma los gastos.
Se trata de la primera vez que se registra un episodio de esta magnitud. Aunque en otras ocasiones se han producido aportaciones de algas marinas debido a levantadas o pequeños episodios de crecida del río, nunca antes se había vivido una situación similar. Episodios extremos como los temporales Glòria o Sant Jordi provocaron también el arrastre de troncos y vegetación en las playas, pero esta vez la cantidad y distribución de las algas ha sido excepcional, aseguran desde el Consistorio.
El origen de este problema ha sido un pequeño incremento del caudal del río que ha permitido que las algas acumuladas en zonas de aguas quietas, como las esclusas de Colomers o Canet de la Tallada, superen los obstáculos, lleguen a la desembocadura, -conocida como Gola del Ter- y se depositen en las playas urbanas y naturales del municipio, empujadas por el viento de Garbí. Esta situación ha afectado a la calidad del baño y al uso recreativo de la playa y también ha causado molestias en las embarcaciones del puerto, con casi un millar de amarres.
En los últimos días el agua que bajaba por el Ter ha provocado una acumulación importante de algas, plásticos y otros residuos no naturales a lo largo de la costa de Torroella y l’Estartit, desde el puerto hasta la playa de la Fonollera. “El problema está en que nos ha pasado en el puente del 11 de setiembre, no podíamos dejar toda la playa urbana de l’Estartit con estas algas que, cuando se pudren hacen mucha peste, si nos hubiera pasado en diciembre habríamos dejado que siguiera su curso natural”, ha explicado el alcalde, Jordi Colomí. Los operarios han retirado el grueso de las algas y las han llevado a un depósito municipal. Una parte se usará de adobo y el resto se eliminará. “La parte positiva es que estas algas alimentan la biodiversidad de las Illes Medes, la negativa que siempre le toca a Torroella asumir los costes de la afectación del Ter”, ha puntualizado el alcalde.
El concejal de Playas y Gestión Costera, Jordi Roura, ha detallado que, para minimizar la afectación, han activado un dispositivo extraordinario con una veintena de personas de la brigada para retirar tanto los residuos orgánicos como los no orgánicos y dejar las playas en óptimas condiciones. “Estamos trabajando a ritmo intensivo para asegurar que las playas estén limpias y seguras para el uso de residentes y visitantes”. Además ha agradecido “la paciencia y colaboración de la ciudadanía durante las tareas de limpieza”.
Para el alcalde este episodio pone en evidencia la necesidad de dar cumplimiento al compromiso de la Generalitat de garantizar un caudal mínimo ecológico para el río Ter. También pone de manifiesto, una vez más, el agravio que implica para el municipio tener que asumir el gasto económico que comporta la actuación municipal para hacer frente a este tipo de episodios, cada vez serán más frecuentes a consecuencia del cambio climático. Considera “Fundamental que haya una mayor solidaridad y comprensión de la singularidad de nuestro municipio, que tiene la desembocadura del Ter en su territorio, con las responsabilidades derivadas que esto conlleva”.
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