Una buena parte del sector turístico mexicano e internacional transmite en privado sus temores con el mensaje que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, está transmitiendo ante su toma de protesta este martes 1 de octubre, al haber invitado al presidente ruso, Vladimir Putin, y al venezolano, Nicolás Maduro, mientras excluye al rey de España, Felipe VI.
La reforma judicial ya provocó una respuesta sin precedentes de las asociaciones hoteleras ante el miedo que ello supone para las garantías democráticas, y ahora el listado de preferencias a su investidura acentúa estas preocupaciones al anteponer a líderes cuyo respeto a la manifestación de la soberanía popular y a los contrapoderes está más que cuestionada (Rechazo de hoteleros de QRoo a la reforma judicial de AMLO).
La presidenta electa, cuya única hija biológica, Mariana Imaz Sheinbaum, realizó estudios en la Universidad de Barcelona, excluyó al rey Felipe VI de España de su toma de protesta pese a que España es el mayor inversor turístico extranjero de México, destacándose como el principal propietario foráneo de infraestructuras hoteleras del país, así como el que tiene contratados a la más elevada cifra de trabajadores mexicanos.
El Gobierno español consideró «inaceptable» la no invitación de su jefe del Estado al acto en la Ciudad de México y, por ello, España no participará en el evento «a ningún nivel»ni enviará por tanto a ningún representante, ante una falta de consideración a la voluntad democrática del país que eligió aprobando en 1978 la Constitución el modelo de monarquía parlamentaria, y que se refrendó en 2014 con el 90% de apoyo del parlamento a la Ley de Abdicación.
La de Sheinbaum será la primera toma de posesión de un mandatario mexicano a la que Felipe VI no asistirá, luego de haberlo hecho a casi 90 tomas de posesión en países latinoamericanos, incluida la última del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018 (El rey de España recibió honores en los rivales turísticos de México).
En contraste, como reveló REPORTUR.mx, el rey de España fue recibido con todos los honores en sus últimas visitas a República Dominicana y Cuba, los dos grandes rivales turísticos de una México para la que el país ibérico ha dado un impulso trascendental en el sector hotelero (Sheinbaum excluye a España de su posesión pese a propulsar turismo).
La inversión española sobre el turismo mexicano representa alrededor de la mitad de habitaciones hoteleras en destinos como Cancún o Riviera Maya, y su papel fue determinante para el desarrollo de en lo que hoy se ha convertido el motor económico de muchos puntos del país.
Grandes propietarios hoteleros ibéricos como Riu, Meliá, Oasis, Barceló, Iberostar, Bahía Príncipe, Palladium, Catalonia, H10, Faranda o Princess mantienen decenas de miles de puestos de trabajo en México, donde igualmente aerolíneas españolas distribuyen a ciudadanos del país por Europa, como Iberia, Air Europa, World2Fly o Iberojet.
La diferente respuesta de los países que cobijan a destinos como Cancún-Riviera Maya, Punta Cana o Varadero supone un punto de partida diplomático que condiciona el resto de sus mandatos, con efectos en la confianza de inversionistas sobre la estabilidad jurídica y política, y el respeto a la voluntad democrática de sus pueblos.
Las preferencias en el listado de invitados que Claudia Sheinbaum está exhibiendo para su toma de protesta han supuesto, para una buena parte del sector, llegar aún más lejos de sus temores iniciales sobre la presidenta electa, ante los socios internacionales con los que se quiere apoyar como referentes democráticos y para las relaciones comerciales.
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