Zurab Pololikashvili (Tbilisi, 1977) es secretario general de ONU Turismo (antigua Organización Mundial de Turismo) desde 2018 y afronta el final de su segundo mandato con gran parte de los deberes hechos, tras una pandemnia que bloqueó el turismo mundial durante dos años, pero con varias asignaturas pendientes que quiere concluir, como la correcta gestión de los destinos masificados, la expansión del turismo en Asia, África y Latinoamérica o la apuesta por la digitalización, en una tercera presidencia que se decidirá en unas elecciones que se celebrarán el próximo mes de mayo y a las que se quiere presentar. Pololikashvili asegura que cuenta con el apoyo de más de la mitad de los 160 países que componen la organización. “Llegué en el mejor año de la historia del turismo y me tocó afrontar una pandemia que paralizó el mundo y lo dejó sin turistas. El turismo sin turistas. En esa época nadie se quejaba del turismo”.
Pregunta. Esta primavera se cumplen cinco años desde el estallido de la pandemia. El turismo mundial acabará este año por debajo, pero muy cerca, de los resultados previos a la crisis sanitaria. ¿Cree que ya es hora de dejar de tomar como referencia ese episodio?
Respuesta. Hay que olvidarse de la pandemia, pero no de las transformaciones que ha sufrido el sector turístico como consecuencia de ella, como el cambio de mentalidad del viajero, la priorización de los viajes frente a otros gastos, la digitalización o la irrupción de alternativas más baratas para viajar o alojarse ante la subida de precios. Yo jamás lo voy a olvidar por cómo lo viví. Llegué a ONU Turismo en 2018, cuando se batió el máximo histórico de viajes en el mundo, con 1.400 millones, y solo dos años después, se cerró 2020 casi sin viajes. Los años posteriores han sido bastante difíciles para gestionar un turismo sin turistas, pero fueron una buena época para profundizar en algunas de nuestras prioridades, como la descentralización de los grandes destinos turísticos. Un buen ejemplo es Reino Unido, en el que el 80% de los turistas extranjeros que lo visita solo pasa por Londres y no ve otro destino. También hemos seguido impulsando la inversión público-privada en África, Asia o América con el fin de utilizar el turismo como palanca para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo.
P. La recuperación explosiva del turismo ha traído un incremento de precios de los vuelos de avión y de las noches de hotel sin precedentes. ¿Cuáles cree que son las razones que han motivado esa subida de tarifas?
R. Creo que hay dos fundamentales. La primera es que hay más demanda que oferta para viajar. Y la segunda es que la parte más joven de la población mundial, en especial aquellos por debajo de 30 años, no pudo viajar durante dos años y ahora quieren hacerlo sin límites. Es la época de la vida en la que todos recordamos nuestros viajes.
No hay ningún gran destino en el que número de viajeros haya descendido. Hay que estar preparados para convivir con el turismo de masas
P. Ese mayor protagonismo de los jóvenes es el que ha propiciado el bum de las viviendas de uso turístico en todo el mundo con tres plataformas como Airbnb, Booking y Expedia a la cabeza y la respuesta de los ciudadanos a ese movimiento a través de la turismofobia, entendida como el rechazo global a una actividad que expulsa a los vecinos del centro de las ciudades, encarece el precio de las casas e impide el acceso a una vivienda a miles de ciudadanos. ¿Cómo se pueden acompasar ambas tendencias? ¿La prohibición de las viviendas de uso turístico, como la impulsada desde Nueva York, es una solución?
R. Los pisos turísticos nacieron, en primer lugar, porque había más demanda que oferta. Y dar respuesta a esa mayor necesidad de alojamiento en todo el mundo con hoteles era imposible, cuando el número de viajeros estaba creciendo un 10% anual. ¿Cómo se resuelve ese problema ahora? Vamos a trabajar con la hipótesis de que prohibimos y cerramos todos los pisos turísticos en el mundo. Eso afectaría definitivamente a los precios de los hoteles, que podrían triplicarse. Al mismo tiempo, habría que incrementar por diez el número de hoteles, también los de menor categoría, para atender esa necesidad y eso no es posible. No hay que prohibir los pisos turísticos. Hay que regularlos, cerrar los ilegales y analizar cada caso ciudad por ciudad.
Los precios han subido porque hay más demanda que oferta y porque los turistas más jóvenes no han podido viajar durante dos años
P. Otro fenómeno que se ha consolidado tras la pandemia ha sido la del turismo masivo. Los destinos afectados han optado por medidas tan dispares como aprobar tasas (Venecia), limitar la llegada de cruceros (Ámsterdam) o controlar la afluencia de viajeros a monumentos (Roma). ¿Cuál cree que es la más acertada para contener ese turismo masivo? ¿Cree que es necesario poner barreras?
R. Desde la pandemia ha habido muchos destinos que han corregido cosas para gestionar de una manera más adecuada los flujos de turistas en monumentos, museos, aeropuertos o puertos. No creo en las barreras, ya que al turismo no se le puede impedir el paso ni decir qué turistas pueden o no viajar. Lo que sí pueden hacer los destinos es gestionar las entradas y salidas en función de las particularidades de cada destino. Pero no hay una receta mágica. La actividad turística como tal no se produce igual en un destino urbano, vacacional o rural. Solo en España hay diez o quince casos diferentes. En cualquier caso creo que los alcaldes son los que tienen un conocimiento más exacto de la realidad y los que pueden aplicar las mejores soluciones, como sucedió con la Declaración de Oporto de 2021, en la que participaron los alcaldes de destinos masificados como Barcelona, Venecia, Ámsterdam, París o Dubrovnik.
P. En los siete primeros meses de 2024 viajaron por el mundo 790 millones de turistas, solo un 4% por debajo de las cifras de 2018. ¿Es posible que se alcanzara o se superara el récord de 1.400 millones de personas en 2024 o habrá que esperar a este ejercicio?
R. Creo que se logrará este año y creo que el turismo va a seguir creciendo en todo el mundo. Latinoamérica, Oriente Medio o África están apostando por tener más turismo que antes y en la actualidad no hay ningún gran destino, incluidos los europeos, en el que el número de viajeros haya descendido. Hay que estar preparados para convivir con el turismo de masas porque los números así lo predicen.