La escuela Vertus, en los confines del céntrico Le Marais parisino, está empapelada estos días con carteles de protesta. No es la única. La mayoría de colegios del mismo distrito, que comprende tres barrios, llevan protestando desde hace semanas por el nuevo cierre de clases que se avecina el próximo septiembre. Las razones demográficas y urbanísticas se mezclan en la coctelera del desmantelamiento público con un avance paulatino e implacable del modelo privado de educación. El resultado es la previsión de eliminar 110 plazas de profesor, que se traducirán en unas 180 clases, aunque el Ministerio de Educación deslizó a este periódico que podrían ser más. Una cifra, en cualquier caso, que engrosa un largo acumulado —unas 500 clases— y que conduce a la precarización de la legendaria educación francesa: aulas superpobladas donde, a menudo, se agrupa a alumnos de tres edades diferentes. El viejo retrato de la escuela rural, en suma, trasplantado al corazón de la capital de la segunda economía de la zona euro.

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TURISMO DE ARGENTINA Y EL MUNDO