
La deriva de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, con las posibles consecuencias de su guerra comercial y una eventual depreciación del dólar han puesto en guardia al sector turístico de Barcelona. De todos los turistas que visitan la ciudad, después de los que llegan de otros puntos de España, la primera nacionalidad extranjera es la norteamericana. El año pasado representaron un 14,1% de los turistas que se alojaron en hoteles (1,1 millones de personas de los casi ocho millones en total), por delante de británicos, franceses e italianos. Los norteamericanos son los primeros turistas si se suman las noches que pernoctaron, porque de media se quedan cinco noches. Y tienen un enorme peso entre los cruceristas: uno de cada cinco de los 3,6 millones de pasajeros de crucero es norteamericano. Un turista muy valorado por el sector, porque gasta más que la media (122 euros al día frente a 100) y el 20% vuelve a visitar la ciudad. Los hoteleros admiten que están preocupados y los comerciantes del centro destacan el peso que tienen sus compras. La patronal de los cruceros, explica que reservan con años o meses de antelación y que por ahora no perciben cambios. Mientras, el Ayuntamiento y Turismo de Barcelona están atentos a cualquier señal. Este verano habrá conexiones directas diarias entre la capital catalana y 11 aeropuertos norteamericanos.